La vida de Domingo Malagón es apasionante, todo el mundo debería
conocerla. Especialmente, los parleños y parleñas tienen que saber que hasta
hace muy pocas semanas han tenido un vecino valiente, comprometido, altruista,
que luchó por la libertad jugándose el pellejo y que con su labor salvó
numerosas vidas durante la dictadura franquista.
Domingo podría haber tenido una vida tranquila, fue de esas pocas
personas que en aquellos tiempos tuvo el privilegio de poder estudiar, sólo le
faltaba un año para convertirse en profesor de pintura pero fue entonces cuando
un Golpe de Estado provocó una guerra injusta de la que no pudo evitar formar
parte. Eligió no tener esa vida tranquila por principios, y eso le honra.
A mi vecino Domingo le dispararon en la espalda durante la guerra y,
posteriormente, estuvo varios años en un Campo de Concentración francés de
donde se acabó fugando. Fue entonces cuando comenzó la labor por la que ha
pasado a la historia como el “Falsificador del PCE”. Sus grandes dotes
artísticas le sirvieron para falsificar documentos de identidad y, de este
modo, numerosas personas perseguidas por
el Régimen pudieron huir del país. Estos documentos falsos permitieron también
a miembros destacados del PCE poder trasladarse a distintas ciudades europeas
para asistir a reuniones del Partido Comunista, razón por la que el propio
Santiago Carrillo ha llegado a definirle como “el único imprescindible del
PCE”. Llegó a falsificar miles de documentos.
Con toda esta labor a sus espaldas, que la vida y obra de Domingo
Malagón a día de hoy no sea bien conocida y reconocida es una prueba evidente
de que algo no va bien. No es de recibo que no se haga llegar a la ciudadanía
parte de la historia reciente fundamental de nuestro país. No es lógico que
personas que han luchado hasta el final por la libertad no tengan el
reconocimiento que merecen. No es admisible que los más jóvenes no conozcan
episodios que son imprescindibles para comprender la historia de España. Y más
intolerable es aún, en este caso, que incluso los ciudadanos y ciudadanas de
Parla perciban a Domingo Malagón como a un vecino desconocido.
La reparación y reconocimiento de las víctimas de la Guerra Civil y
Franquismo tendrá que llevarse a
cabo tarde o temprano porque, por más que se pretenda silenciar la voz de
aquellos que fueron protagonistas y víctimas de la barbarie, e incluso teniendo
en cuenta que muchos de ellos se nos están yendo, los más jóvenes, tenemos el
deber moral de continuar con esta labor.
Para ello, la implicación institucional es imprescindible ya que son las
instituciones las que legislan y tienen los recursos necesarios para acometer
esta tarea aunque, desgraciadamente, a la vista de los tiempos que corren, poca
esperanza hay de que esta lucha contra la impunidad sea fácil y corta.
Desde Izquierda Unida de Parla somos conscientes de la importancia de
esta causa y vamos a trabajar para que la figura de Domingo Malagón no se
olvide así como para acercar su figura a quien no la conoce aún. Es una
responsabilidad que, entiendo, debemos llevar a cabo quienes creemos en la libertad y en la justicia
social.
Cuando, en numerosas ocasiones, he contado que el “Falsificador del PCE”
era vecino parleño reconozco haber sentido ese orgullo extraño que a veces nos
sale a los que no somos patriotas pero que, de alguna manera, hemos echado
raices en un lugar. El mío es Parla y Domingo Malagón, mi vecino, fue un gran
hombre.
Carolina Cordero Núñez
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